LA FAMILIA ALDERETE , EL PALACIO DE LA REINA JUANA, Vocabulario retablo

 El linaje ALDERETE procede de Asturias cuando el Conde Don Alderedo ayuda en la conquista de León en el 719. Sus descendientes participan  en la batalla de Simancas 939 y en la de las Navas de Tolosa  1212. Después conseguirían entre otros privilegios fundar casa noble en Tordesillas. 

Desde la época de los Reyes católicos miembros de esta familia ejercieron como profesionales del derecho en la Real Chancillería y otros ámbitos de la administración del reino de Castilla. 

Don Rodrigo de Alderete, juez mayor de Vizcaya falleció en 1527. 

Don Pedro González de Alderete fue regidor de Tordesillas y comendador de la Orden de Santiago. Falleció en Granada 1501. Vivió  lindando con las famosas Casas del Tratado donde Castilla y Portugal se repartieron el mundo no conocido. 

Don Cristobal de Alderete, fallecido en 1557 fue oidor de la Real Chancillería y miembro del Consejo de Castilla. 

En la calle San Antolín, que une esta iglesia con la Plaza Mayor, se localiza el palacio fortificado  del siglo XV que fue la residencia de la familia Alderete. 



 La reina Isabel moría en 1504 y en su testamento nombraba a su hija Juana como reina de Castilla y León. Fernando tenía esperanzas de conservar el Gobierno en nombre de su hija, pero la actitud de una parte de la nobleza castellana, que se acercó a Felipe -quien alegaba una supuesta locura de Juana para incapacitarla de sus funciones y quedarse él como regente-, le obligó a retirarse a Aragón. Durante algún tiempo Felipe el Hermoso gobernó en Castilla hasta su muerte.  Su padre, Fernando el Católico, asumió la regencia en 1509 y tras su muerte, en 1516, su nieto Carlos se convirtió en rey aunque Juana siguió siendo la reina, y como tal aparecía en todos los documentos. Vivió recluida en su palacio de Tordesillas desde 1509 hasta su muerte en 1555. 


A principios del siglo XV, Enrique III de Castilla, de la dinastía de los Trastámara, siguió los pasos de sus antepasados y emprendió la construcción de una nueva residencia real en Tordesillas. El palacio, de planta rectangular, se levantó en el margen del río Duero, hacia donde estaba su fachada sur, continuando con la línea del propio Monasterio de Santa Clara. De este modo, se creaba un entorno en el que religión y poder político convivían de la mano.

 El palacio era de dos alturas, contaba con tres puertas de acceso y disponía de un corredor exterior que unía el edificio directamente con la cercana Iglesia de San Antolín. En su interior había dos patios y, como curiosidad, en el ala norte se encontraban las cocinas y, casualmente, hoy en día, esa calle recibe el nombre de Las Cocinas. Sobre las habitaciones en las que se alojó la reina Juana, estas daban al río Duero. 

 La Casa de Trastámara estuvo íntimamente ligada al Palacio Real de Tordesillas, ya que fue utilizado por todos los monarcas que pertenecieron a esta dinastía desde su construcción. Juan II de Castilla, sucesor del promotor de la residencia, se hospedó en varias ocasiones en él. De hecho, en 1453 nació en sus aposentos Alfonso de Castilla, hijo del mismo rey con su segunda esposa, Isabel de Portugal. Este infante es el mismo que acabaría viéndose sumido en el futuro en una trama de nobles por derrocar a su hermano mayor, Enrique IV, y cuya prematura muerte posibilitó que su hermana, la futura reina Isabel, reclamase sus derechos al trono


Vista panorámica de Tordesillas a mediados del siglo XVI. Se puede ver el Palacio Real y a su izquierda la iglesia de San Antolín. Grabado de Anton van den Wyngaerde. 

PARTES DE UN RETABLO


Ático: Parte superior de la calle central de un retablo. Suele ser el lugar elegido para disponer un calvario.

Banco: Parte inferior o basamento de un retablo. En ocasiones puede estar dividido en dos pisos, en cuyo caso se denomina el más próximo al suelo sotabanco(Predela)

Calle: Nombre que reciben cada una de las divisiones verticales de un retablo, en ocasiones separadas unas de otras por particiones más estrechas denominadas  entrecalles

Casa: Cada uno de los espacios de forma cuadrangular o rectangular que, abiertos en los cuerpos y calles de un retablo, sirven para alojar pinturas o esculturas.

Cuerpo: Cada uno de los pisos o de las divisiones horizontales de un retablo.

Entrecalles: Divisiones verticales más estrechas que las calles y que las separan unas de otras.

Guardapolvo: Pieza o saledizo que enmarca un retablo tanto por los laterales como por la parte superior, con la misión de protegerlo del polvo; polsera.

Artistas que realizaban un retablo:

Ensamblador: Ensamblar, en carpintería, es la operación de encajar diferentes piezas, hasta dar a un objeto la forma deseada. Pero la labor del ensamblador dentro del proceso de construcción de un retablo es mucho más amplia y compleja, ya que no se limita al mero trabajo mecánico de montar y hacer coincidir las distintas partes que lo conforman; también es el encargado, entre otras funciones, de establecer contacto con el cliente, del presentarle la traza y el diseño de las formas, del transporte de los materiales hasta el taller, del corte de las piezas en las molduras y perfiles requeridos y, finalmente, de su montaje y encolado.

Entallador: En el arte español se aplica este nombre, de modo genérico, al artista o artesano que se dedica a la labor de talla en madera. De este modo, y dentro del proceso de construcción de un retablo, el entallador sería el encargado de la parte ornamental de la arquitectura, (relieves del banco, tallas de las columnas y pilastras de las calles...), frente al escultor, autor de las figuras de gran tamaño.

POLICROMÍA

Aparejo: Fase previa a la labor de policromía de una escultura en la que se prepara la madera para recibir los pigmentos. En primer lugar se alisaba toda la superficie, rellenando todas las posibles grietas y huecos, para aplicar varias capas de yeso. En un segundo momento, se aplicaba una capa de arcilla roja muy untuosa, conocida como bol arménico, que era la que servía de base a la pintura. Una vez seca, se podía proceder ya al dorado y estofado de la pieza.

Dorado: Técnica artística consistente en la aplicación de panes de oro sobre una superficie, ya sea arquitectónica, pictórica o escultórica. El acabado podía ser mate o brillante.

Encarnado: Tras dorar y estofar una escultura, el último paso en su decoración es aplicar en manos pies y rostros, los colores que asemejaran el tono de la piel; a esta acción se denomina encarnado.

Estofado: Fase que sigue a la del dorado en el proceso de policromar una escultura. Una vez aplicada la base de pan de oro, ésta se cubre por encima con pintura al temple. Una vez seca, se rasca el color con un pequeño punzón en los lugares en los que se desea que aparezca un efecto dorado. Suele ser común su empleo para marcar los pliegues de las vestiduras.


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