ENTENDER EL ARTE DEL SIGLO XX: MIRÓ y EL SURREALISMO

 Vídeo La geometría de Miró

Joan Miró: el origen de los sueños


La masía (1920) es un lienzo que comenzó a pintar en Mont-roig y culminó París. Es un  cuadro provisto de un inmenso detallismo, repasa los elementos característicos del ambiente en que Miró creció. Este cuadro, al que el pintor consideraba clave en su obra, fue vendido al escritor norteamericano Ernest Miller Hemingway.

Vídeo   Miró: el origen de los sueños

El campo labrado La tierra labrada, 1923 representa un cambio de estilo en la obra de Miró. Por un lado, sintetiza sus esfuerzos anteriores; por el otro lado, es un punto de partida para una propuesta original que hará de Miró uno de los artistas más creativos de su tiempo. Está basado en un dibujo del Bosco titulado El campo tiene ojos, el bosque tiene orejas. El lienzo se carga de elementos oníricos (un árbol con ojo y oreja) que conviven a su vez con elementos como la masía, deformados o fusionados con otros elementos. Miró se aproxima al surrealismo. Este lienzo también empezó en Mont-roig y fue terminado en París.

A lo largo de su carrera profesional, sus obras han sido fruto de la influencia de diversos movimientos y estilos, entre ellos el cubismo, el surrealismo, la abstracción y el arte naif.         Se ha caracterizado por reinventarse cada día y ser capaz de crear su propio arte. Los símbolos y las figuras que incluye en sus obras dieron lugar a un alfabeto exclusivo de Joan Miró. Un universo atípico donde los signos cobran vida.

Carnaval de Arlequín ( 1924-1925) 

Se considera la primera obra en la que el autor usa el lenguaje de los sueños para transformar aquello que es real e introducirlo en un universo propio estrictamente pictórico. 


En este espacio real, el estudio de su amigo, el escultor Pablo Gargallo en la calle Blomet de París.  coloca una ventana desde la que se ve la Torre Eiffel,  Los objetos que flotan en el aire y que coloca de manera desordenada intentan trasmitir un ambiente festivo. Entre tanta confusión, dos figuras adquieren protagonismo: un arlequín con bigote y un autómata que toca la guitarra. A la vez, aparecen varios de los elementos que forman parte del universo más íntimo de Joan Miró:

  • Los insectos por los que sentía verdadera pasión.
  • Ojos que representan la presencia humana.
  • La escalera como símil de huida y elevación.
  • La tierra con la que Miró exterioriza sus ansias por destacar
Influencia del surrealismo: Perro ladrando la luna (1926). Ha desaparecido la descomposición cubista de los planos, dibuja un esacio indefinido donde parecne flotar los elementos representados (luna, escalera, perro,...). En oscuridad de la noche, momento del sueño,  emergen los símbolos inconscientes. Recurrió al dibujo infantil y los pictogramas del neolítico para representar la aspiración del surrealismo: el cuadro como manifestación visual de lo irracional emanado del insconsciente. 

En sus composiciones destacan los trazos negros más gruesos y el uso de colores primarios puros. Las líneas y los colores están presentes en la mayoría de las obras del artista. Cada una de estas formas geométricas representan movimiento, el alma que hay detrás de cada cuadro. Su universo incluye ojos –que aluden al poder de la vista y la mirada–, estrellas, formas biomórficas, pájaros, estrellas, mujeres-pájaro y el sol. El paréntesis es un signo que usa como barrera que obtura la fuga de energía. Una línea y un pequeño óvalo le bastan para representar una libélula en vuelo.


Constelaciones (1940) 

En agosto de 1939, un mes antes del inicio de la II Guerra Mundial, Miró abandona París y se instala en Normandía donde empieza la serie de las Constelaciones que continuará en Palma y Montroig. Una serie de veintitrés pinturas. “Sentía un profundo deseo de huir. Me encerré deliberadamente en mí mismo. La noche, la música y las estrellas empezaron a tener un papel decisivo en mi pintura.

Técnicamente son composiciones  creadas sobre un fondo de color claro sobre el que va colocando figuras de manera improvisada, hasta llenar la superficie formando un mundo de seres en comunión con el cielo.

Pájaro, pareja de personajes, estrella (1942)
Predominio de los colores simples y planos, especialmente el rojo, el azul y el amarillo. El azul habla de su pasión por el Mediterráneo, que también escenifica con soles, lunas y estrellas. Y el rojo simboliza España y la mujer.

La sonrisa de alas flameantes. 1953. Óleo sobre lienzo. Museo Reina Sofía, Madrid. Después de un largo período en el que Miró había abandonado la pintura al óleo, regresa en los años 50 con una propuesta novedosa. Los elementos plásticos preferidos de Miró protagonizan la escena: líneas, puntos, figuras geométricas y colores puros entran en juego ofreciendo un tono casi infantil. El negro será el color que defina líneas, puntos y contornos. Junto a este, el amarillo, el azul, el rojo y el negro.

Además de los museos, los diseños de Miró vieron la luz en otro tipo de superficies y escenarios fuera de los habituales para un artista de sus características. A lo largo de su vida fue capaz de diseñar vestuario para coreografías, tapas de discos, platos, vasijas, baldosas, murales, pavimento cerámico, hasta carteles para campañas de la Unesco y para Amnistía Internacional.


Mural para la Unesco (1955) 

Realizado  para la sede de la Unesco en París. Las figuras del sol y la luna, constantes en la obra de Miró  representan el principio femenino y el masculino: la  noche y el día. Dos contrarios que se complementan y se necesitan.


Blue II, 1961 Este lienzo forma parte de un tríptico en los que Miró explora los límites de la abstracción. Si en la etapa previa había dominado el surrealismo, el artista poco a poco se va aproximando a un lenguaje abstracto, reducido a los mínimos elementos de expresión. En esta pieza del tríptico, en particular, el vacío juega un papel protagónico. Evoca, como muchas de sus obras, el peso del paisaje, en este caso, el paisaje celeste.



Pareja de enamorados de los juegos de flores de almendro. 1975. Resina de poliéster. Barrio de La Défense, París. En esta escultura, Miró vuelve sobre los motivos de lo masculino y lo femenino. La figura más alta, orientada hacia la otra, representa al hombre. Remata con una forma esférica que ha sido interpretada como el sol. La mujer, en cambio, sobre la masa azul lleva un volumen que recuerda la luna creciente.


Tapiz de la Fundación. 1979. Textil. 750 x 500 cm, Fundación Joan Miró, Barcelona.  Joan Miró exploró también los textiles como materia artística. Trabajó con diversas escalas. Dentro de esta tendencia, destaca el tapiz que dedicó a la fundación que lleva su nombre, un tapiz monumental de 750 x 500 cm en el que pueden observarse los signos gráficos propios de su estilo.

Museos donde se pueden ver sus obras: Fundación Miró en Barcelona, Museo Reina Sofía en Madrid, MOMA en Nueva York, Centro Ponpidou en París,...

Conferencia de Lucía García sobre Miró


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